jueves, 15 de julio de 2010

Vivir en pareja

Nunca pensé que volvería a vivir con alguien, después mi anterior experiencia decidí que tardaría mucho tiempo en encontrar a una persona (o extraterrestre) con quien compartir mi vida. Como es lógico, cuando te propones una cosa así aparecen novios por doquier. Yo, que decidida y convencida de que iba a disfrutar de mi tiempo, de mis amigas, de mis salidas y mis entradas, y todo a MI antojo.
No pasó ni un mes desde mi GRAN fracaso sentimental hasta que conocí a este argentino que me trae de cabeza, le voy a llamar Ego, y así podré hablar de él sin que se sienta mal, aunque ni entiende mucho de internet, ni creo que se dedique a leer mi blog, que de momento, ni siquiera le he dicho que existe.

A Ego le conocí en septiembre de 2008, conectamos genial y yo me pierdo por ese acentinto tan dulce de: "vos sos relinda". En principio me lo tomé como un pasatiempo, yo estaba decidida a vivir un "Sexo en Nueva York" adaptada a Granada, que es donde vivo: cócteles, fiestas, copas, amigas, compras, ligues, historias, risas, lágrimas...etc. Al final la mayoría de las cosas se han cumplido, sólo que él ha sido mi acompañante, le gusta salir tanto o más que a mí.

Desde entonces estamos juntos, y es una buena, una muy buena relación, pero como en todas, hay momentos en las que la vida te plantea retos, y en nuestro caso, es la convivencia.

Hace dos semanas que aterricé en Vitoria, bueno, aterricé no, llegué después de 10h
en autobus, 4h en Madrid de espera y sin la cartera porque me la robaron en el metro, un viaje fantástico...
He venido a Vitoria a hacer unas prácticas de mi facultad, unas de esas en las que trabajas poco, aprendes más o menos y no te pagan nada, y Ego, que no tiene en Granada nada que le ate, decidió acompañarme en este verano nórdico y sin calor, es una maravilla.
Hemos empezado a vivir juntos aquí y hemos pagado la señal para un piso en Granada para instalaremos en Septiempre. Vitoria es la prueba de fuego, y que queréis que os diga, sólo llevamos 2 semanas y ya necesito aire.

Me levanto todos los días a las 6:30 de la mañana, la oficina está en "wakajonia, siguiendo todo recto después de mordor", y llego a la casa a las 16h, con hambre como para comerme un jabalí, sueño como para entrar en coma y las ganas de socializar de un vegetal. Ego me prepara la comida, o yo se la dejo hecha por la noche porque como buen argentino, a parte de la carne (cualquier corte), el puré de patas, las hamburguesas y la pasta, poco más. Después de comer, lo que más me apetece es fumarme un porritingui, echarme la siesta o ponerme a leer, aunque siempre es genial hacer un poco el amor, pero en eso no siempre cae la breva. Tal vez después de eso me apetece dar un paseo o tomar algo en algún bar, un "pintxopote" como dicen aquí en Euskadi. Ego pasa las mañanas dando paseos y visitando museos, está de vacaciones, y por la tarde quiere activarme de la misma manera, terminar de comer y salir a "hacer algo", yo no tengo ganas, pero no quiero que se aburra e intento hacer un esfuerzo, con mala cara y regañadientes, pero lo intento.

Echo de menos ese tiempo para poner música, sí, poner 10 veces la misma canción porque me gusta, tardar el tiempo que quiera en la ducha y maquillarme sin prisas. Echo de menos mi independencia, y aunque la convivencia no es antónimo de espacio personal, aquí en Vitoria no conozco a nadie, y esas charlas con amigas se echan de menos. Pero tampoco me puedo quejar, Ego es divino, es cariñoso y amable, me vuelve loca verle leer a Jean Paul Sartre, y no puedo evitar excitarme cada vez que me roza, sí, aunque me cueste decirlo, estoy enamorada.

A Ego le gusta gobernar, y yo le sigo la corriente.

Hay pequeños detalles en los que me saca de quicio, muchos, muchísimos, de esos que hacen que llegue del trabajo contenta y me ponga con más mala leche que "Torico que mató a Manolete". Luego hay momentos maravillosos como nuestras tardes en los preciosos parques vitorianos, especialmente el parque Arriaga, donde, como dice Sabina en su canción "sentados en corro merendábamos besos y porros, y las horas pasaban deprisa entre el humo y la risa".
Ego es un buen chico, es trabajador y ha peleado todo lo peleable por salir adelante, no lo ha tenido fácil y bueno, eso refleja gran parte de su carácter, muchas veces depresivo.

A veces pienso que nuestros orígenes chocan, pero van a chocar aún más, por mucho que me niegue a darle la razón a mi madre, venimos de sitios distintos y de otra manera de afrontar la vida. Eso nos nutre como pareja pero en muchos casos también nos aleja. Le quiero mucho, le adoro, es simplemente él. Pero no puedo evitar que una ola de miedo se apodere de mí, somos felices, ¿a caso la convivencia no lo va a estropear todo? No quiero arrepentirme y decir: "podía haber esperado un poco más", pero también estoy cansada de que compartamos piso, de no poder desnudarnos en el salón y acariciarnos con temor a que nos vean, de vestirnos cada vez que vamos al baño, o de tener que compartir cada cena que hacemos con sus/mis compañeros/as de piso.
Estoy hecha un lío.

Bueno, basta por ahora, ya veremos como va. Aquí dejo esa hermosa canción de Sabina "Con la frente Marchita" y fotos del parque Arriaga, así se entiende de qué hablo.




Un saludo internet!

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